Antonio Molina de Hoces Castillo Hidalgo nació en Málaga el 9 de marzo de 1928 y falleció en Madrid el 18 de marzo de 1992, era hijo de una familia humilde que procedian del pueblecito de Totalán, donde durante su niñez y juventud pasaba largas temporadas y con apenas diez años tuvo que ponerse a trabajar, repartiendo leche con un burro por Málaga y Totalán, guardando cochinos, y más tarde de ayudante de camarero.
Desde muy pequeño se aficionó a la canción española y con 19 años marchó a Madrid, allí se dió a conocer en un concurso para cantantes noveles que hacía Radio España, allí ganó el primer premio y le surgió su primer contrato para grabar un disco con temas como "El macetero" y "El agua del avellano", los cuales bien pronto se fueron haciendo populares entre el gran público, que escuchaba las emisiones y programas radiofónicos de discos dedicados, y le abrieron las puertas del éxito que siempre había pretendido en la canción.
Rodó su primera película en Sanlúcar de Barrameda llamada "El Pescador de Coplas" junto a Marujita Díaz, trás el éxito de la pelicula rodaría algunas más tales como "El Cristo de los faroles", "La hija de Juan Simón", "Esa voz es una mina", "Café de Chinitas", "Malagueña", y "Puente de Coplas", (en la que rivalizaba con Rafael Farina), entre otras muchas películas.
Fue creador de un estilo propio de cantar la copla, basándolo sobre todo en la melodía de su voz cristalina y el portentoso aguante de pecho, que rozaba el minuto en algunas ocasiones y nos dejó grandes versiones de canciones para los anales de la historia de la copla, algunas como "La Estudiantina", "Una Paloma Blanca", "María de los Remedios", "Soy Minero", "El Agua del Avellano", "La hija de Juan Simón", "El Cristo de los Faroles", "Yo quiero ser matador", y un sinfín de títulos que han sido evocados por muchos de sus admiradores (entre los que me encuentro), ya que ha sido uno de los intérpretes más imitados por los buenos aficionados.
Ahora que tanto se habla de música fusión y de mezclas en el flamenco y la canción, nos toca escribir sobre una de las primeras figuras que impuso su estilo musical, un poquito de flamenco y más de copla con sabor a Andalucía, se mantuvo en la cima hasta finales de los sesenta, siempre en olor de multitudes, pero su voz y su extraordinario pecho sucumbieron castigados por tantos excesos y por la entrega que hacía en todas sus actuaciones ante el gran público.
Hoy en día, en la actualidad, cuando artistas (a veces en espacios reducidos) exigen grandes cantidades de watios de sonido, monitores, retorno, inalámbrico, etc., que solo hablando se escucha a quinientos metros, yo quiero recordar aquellas figuras como él, Pepe Pinto, Juanito Valderrama y otros, que cantaban en las plazas de toros a pulmón abierto, con solo la ayuda de un incipiente micrófono y dos bafles pequeñitos, pues aún no se había inventado el fraude de los play-back, no había trampa ni cartón, o se tenia voz, o no se escuchaba en los extremos.
Aquellos aparatos de radio de la década de los 50 atronaban con esta y otras melodías interpretadas por Antonio Molina, un cantante malagueño de peculiar estilo, voz cristalina e inconfundible e interminable falsete.
Aquella hambrienta España de la posguerra, ávida de líderes, se identificaba con la voz salida de la garganta de un igual, un hombre cuyo sueño había sido ser torero.
Durante la década de los años 60 recorrió Europa, con un éxito arrollador, en espectáculos donde también aparecía el guitarrista flamenco el Niño Ricardo, efectuando interpretaciones solistas con su guitarra.
En 1989 recibió junto a otros compañeros de profesión, como Juanito Valderrama, un Disco de Platino en reconocimiento a su trayectoria artística, y tuvo la satisfacción de que su hija Ángela cantara en el cine varias coplas de su repertorio más popular en la película "Las cosas del querer".
A lo largo de toda su carrera llegó a editar más de 30 álbumes y más de 1000 canciones, siendo su mayor éxito la copla "Soy minero".
Respecto a su vida personal, se casó con Ángela Tejedor, con la que tuvo ocho hijos, muchos de ellos han seguido sus pasos, ya sea como cantantes, actores, o en ambos ámbitos, formando una de las saga familiares con más arte de nuestro país.
Aquel día 18 de marzo, a punto de entrar la primavera del año olímpico, se fue para siempre Antonio Molina, dejándonos el legado incomparable de su cristalina voz, su sonrisa de niño travieso y sus portentosas facultades para mecer la voz con aquél falsete que por más que lo imiten, nunca se podrá igualar. Fué desde luego y un grandísimo cantante y artista.
Está enterrado en el cementerio de Fuencarral
Una estatua del artista, obra del escultor Santiago de Santiago, está colocada en el paseo marítimo Antonio Machado de Málaga desde 2002, inaugurada con ocasión del décimo aniversario de su muerte en un emotivo homenaje que reunió a la familia Molina prácticamente al completo.
Y desde el 15 de julio de 2017, el pueblo de Totalán cuenta con una escultura obra del escultor malagueño Jaime Pimentel dedicada a su paisano, ese legendario artista y cantante, que se encuentra ubicada en la plaza que también lleva su nombre.
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Soy Minero
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Sus 20 Grandes Éxitos
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